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LAS PELEAS ENTRE HERMANOS
Una de las facetas más difíciles de la educación para los padres son las peleas entre sus hijos. ¿Por qué son tan frecuentes? Y ¿cómo debes actuar?
Los conflictos entre los hermanos resulta muy frustrante para los padres, pero es útil para el desarrollo de los niños, porque les permite expresar sus emociones, rivalizar por el poder y defender sus diferencias. Sus peleas no son prueba de que no se lleven bien, sino es la forma particular que tienen los niños de ¡llevarse bien! Empiezan en el momento mismo de nacer el hermanito: Isabel vuelve del hospital con su bebé, recién nacido, en brazos. Va sentada detrás en el coche con su hijo de 14 meses a su lado. Este intenta durante todo el viaje dar ¡patadas al bebé! Y las peleas siguen durante toda su infancia, en la que los momentos de un juego armonioso se alternan con otros en los que estalla una pelea, tan vehemente como inesperado.
EL PORQUÉ DE LAS PELEAS
No puedes evitar las peleas, es más: todos los hermanos se pelean. Pero te ayudará conocer el origen y aplicar algunos trucos:
Presta a diario tiempo individual a cada hijo, pej. jugando con el mayor a su castillo y con el pequeño en la bañera. Tus hijos disfrutan de estos momentos íntimos y les hacen sentirse queridos.
Dales una educación en función de sus necesidades. Si pones énfasis en la ecuanimidad, les enseñas a medirlo todo. Si les educas según el carácter, entienden que son distintos y que a cada uno le quieres de un modo especial y único.
No pongas uno como ejemplo para el otro. ‘Mira qué bien lo ha hecho tu hermano, a ver si tú también puedes’ incita a la rivalidad. Destaca las cualidades de cada uno sin hacer comparaciones.
. Llaman la atención. Los niños saben que, cuando se pelean, obtendrán tu atención (por este motivo empiezan a pelearse justo cuando tú haces una llamada telefónica). Y esto siempre es atractivo; al fin y al cabo una reprimenda también es atención. Los estudios demuestran que cuánto más intervienen los padres ¡mayor es la frecuencia de sus peleas! ¿Cómo evitas caer en esta trampa?
Si necesitas tiempo para hacer algo, díselo y pide su colaboración (‘niños, necesito llamar por teléfono, por favor, no me molestéis’). Elógiales cuándo lo consiguen.
Si los niños disponen de tu tiempo individual, buscarán menos tu atención mediante peleas.
Traduce para él sus sentimientos en palabras; cuando estira del pelo de su hermano o le tira sus juguetes, dile algo como: ‘Veo que estás muy enfadado. Díselo’. Así le enseñas a expresarse con palabras y más adelante a dialogar, hacer compromisos, etc.
• Imitación de la conducta paterna. Si los padres se pelean a menudo, los niños los imitan.
Dales un buen ejemplo y soluciona tus problemas de pareja mediante el diálogo. Si no lo conseguís, busca ayuda profesional. A discutir también se aprende.
• Demasiada proximidad. Los niños necesitan cierta intimidad propia y no estar siempre juntos (liberan sus frustraciones en el otro). Los estudios demuestran que también el tipo de vivienda influye: las casas y los pisos de planta baja invitan menos a las peleas que los pisos altos y cuanta más pequeña la vivienda, más peleas.
Agranda tu vivienda quitando muebles y objetos innecesarios.
Llévales a diario al parque: jugar al aire libre y disponer de espacio para correr, reduce las peleas.
Organiza que los niños estén a veces separados: uno se queda en casa de un amigo o se va a su club, mientras el otro está en casa. Al volver a estar juntos, suelen jugar más armoniosamente.
¿CÓMO ACTUAR?
Seguramente te preguntas muchas veces cómo juzgar con buen criterio o qué decirles en una pelea vehemente. Existen una serie de recomendaciones, que les ayudará a resolver sus problemas y ser ‘buenos hermanos’:
1. NO: asumir el papel de juez. Generalmente resulta difícil saber lo que realmente pasó, como demuestra este caso: Pablo (5 años) viene llorando hacia su madre: ‘Mira, lo que ha hecho Ana’ (Ana es su hermana de 4 años). Le enseña su dibujo roto. ‘¡No lo hice yo!’ grita Ana desde el salón. Con Pablo delante de ella con su dibujo roto y su cara llorosa, es fácil ver en Ana ‘la culpable’. Lo que ocurrió fue esto: los dos estaban dibujando, cuando Pablo quiso tener el rotulador rojo. Sin más se lo quitó de las manos de Ana, por lo que rayó su dibujo. Esta se enfadó y los dos se pelearon, por lo que Pablo rompió su propio dibujo.
SI: considerar a los dos como responsables de la pelea. Cada uno tiene una parte implicada. A veces parece que siempre es uno el que empieza, pero muchas veces el otro provoca de manera solapada a su hermano.
2. NO: hacer la pregunta ‘¿Quién empezó?’. Suele agravar la situación. ‘Tú’ ‘¡No! Tú’ y un sinfín de gritos más.
SI: decirle a cada uno que te cuente lo que pasó (sin que se interrumpan). Afirma los sentimientos de cada uno: ‘Entonces, tú te enfadaste y por ello le diste una patada’ y ‘tú también estabas enfadada y por esto....’). Al expresarse se calman, ya que se sienten escuchados y tomados en serio. Esto también les ayuda a aprender a verbalizar sus sentimientos en vez de recurrir a los mordiscos, patadas, estirones, etc. Y muchas veces ya es suficiente para que vuelva la calma.
3. NO: Criticarles demasiado por sus peleas. Acepta que son normales (irán disminuyendo con la edad) e incluso buenas, ya que les prepara para su vida en la sociedad. Las peleas les ayudan a conocerse, a defender lo suyo, a buscar compromisos, hacer las paces, etc.
SI: Darles una sugerencia para solucionar el problema. La madre de Pablo y Ana sugiere que peguen el dibujo con celo y repartan los rotuladores. Si se pelean por un mismo juguete, aplica el truco del reloj de cocina: cada uno puede tener el juguete hasta que sueñe y ya toca el turno al otro. Si siguen peleándose, conviene esconder el juguete por un tiempo. Dales ideas sobre cómo negociar, hacer compromisos, etc. dejando a veces la solución final a su propio juicio. Y prémiales cuando alguna tarde jueguen armoniosamente, diciéndoles lo contenta que estás. Una madre con tres hijos peleones les llevó al cine ¡después de una semana casi pacífica! Este tipo de elogios les incentiva a solucionar sus discrepancias de forma positiva.
4. NO: intervenir en cada pelea. Como ya dije, no hace más que aumentar las peleas por ser una manera de ¡atraer la atención paterna!
SI: dejarles solucionar sus asuntos por sí solos. Un ejemplo: las hijas de Mabel (3 y 4 años) querían sentarse las dos al lado derecho de ella durante el cuento. Mabel les dijo que tenían que solucionar solas este problema, si no, no habría un cuento. No intervino en sus discusiones. Al final se pusieron de acuerdo: una iba sentada a su derecho y ¡la otra también! encima del regazo de su hermana. Pero hay una excepción importante: cuando los niños llegan a hacerse daño física- o emocional-mente, debes intervenir como moderador. Sepárales para que cada uno se serene en un lugar distinto. Después, cuando ya estén calmados, aprovecha la situación para que hagan las paces.
5. NO: olvidarte de su estado madurativo y esperar demasiado de ellos. Algunas situaciones les resultan frustrantes y tienden a provocar peleas (son en cierto modo previsibles), como un largo viaje, esperar en el supermercado, la hora antes de la cena, cuando los niños ya están cansados, etc.
SI: Poner remedios, como pej. tenerlos entretenidos, llevarlos a diario al parque (el disponer de más espacio reduce las peleas), tenerlos ocupados en distintas tareas, como pej. el mayor se pone el pijama mientras el pequeño te ‘ayuda’ con la cena, etc. El cansancio juega un papel importante en sus peleas: cualquier nimiedad es motivo para una pelea.
6. NO: Amenazarles con castigos que no llevarás a cabo. ‘Si no dejáis de pelear, os voy a mandar .....’
SI: Aplicar determinadas consecuencias, como pej. parar el coche cuando se pelean (una sola vez será suficiente). O mandar al agresor al pasillo por unos minutos. Otra idea es hacerle sentar en el suelo sin jugar.
7. NO: culpar siempre al mismo niño, aunque parezca que él lleva la mayor parte. Un error común es que los padres exijan demasiada responsabilidad y madurez del mayor (‘dáselo a tu hermanito, aún es pequeño’). Este llegará a pensar: ‘y ¿yo? ¿No cuento?’. Esto aumenta los celos y .....las peleas.
SI: averiguar el porqué de la conducta del niño ‘conflictivo’. Puede que se sienta menos querido y que por esta razón desahogue su frustración en el hermano. Darle al mayor un lugar para sus pertenencias (pej. unos estantes altos) y hacerle saber que entiendes sus sentimientos (entiendo que el hermanito para ti a veces es un estorbo ¿verdad?) le hace sentirse comprendido. En general es muy positivo transmitir a cada uno que entiendas su situación: puedes decir al mayor ‘entiendo que no te guste que tu hermano te lo toquetea todo’ y al pequeño: ‘entiendo que te gusta jugar con lo de tu hermano’. Así les haces ver que hay intereses contrapuestos y que esto es algo normal en la vida cotidiana. Y cuando sean algo mayores, puedes nombrarles sus ‘errores’, como: ‘veo que siempre quieres tenerlo todo para ti’ o ‘noto que no defiendes lo tuyo’. El conocer estas actitudes les ayudará a cambiar y madurar.
Las peleas son una parte inherente en la convivencia familiar. Los niños son directos y expresan lo que sienten. La vehemencia de sus peleas es tremenda, porque los niños aún no se controlan. Pero no en absoluto presagian una mala relación futura. Las peleas también tienen un lado positivo: gracias a ellas aprenden a convivir, a tener en cuenta los sentimientos del otro, a buscar compromisos y a defender lo propio etc. El vínculo entre hermanos es algo único e incomparable con cualquier otra relación.
El texto es de Coks Feenstra. Hace tiempo buscaba su libro El dia a dia con los hijos en la biblioteca y no lo encontre. El otro dia di de casualidad con su pagina web. No he leido nada en profundidad, pero me traigo este texto sobre hermanos sobre todo para no perder la pagina de vista y verla con mas calma.
LAS PELEAS ENTRE HERMANOS
Una de las facetas más difíciles de la educación para los padres son las peleas entre sus hijos. ¿Por qué son tan frecuentes? Y ¿cómo debes actuar?
Los conflictos entre los hermanos resulta muy frustrante para los padres, pero es útil para el desarrollo de los niños, porque les permite expresar sus emociones, rivalizar por el poder y defender sus diferencias. Sus peleas no son prueba de que no se lleven bien, sino es la forma particular que tienen los niños de ¡llevarse bien! Empiezan en el momento mismo de nacer el hermanito: Isabel vuelve del hospital con su bebé, recién nacido, en brazos. Va sentada detrás en el coche con su hijo de 14 meses a su lado. Este intenta durante todo el viaje dar ¡patadas al bebé! Y las peleas siguen durante toda su infancia, en la que los momentos de un juego armonioso se alternan con otros en los que estalla una pelea, tan vehemente como inesperado.
EL PORQUÉ DE LAS PELEAS
No puedes evitar las peleas, es más: todos los hermanos se pelean. Pero te ayudará conocer el origen y aplicar algunos trucos:
. Luchan por el amor paterno. ‘Los niños son como planetas que se disputan su posición más próxima al Sol’, escribía el psicólogo L. Markowitz. Cada uno quiere ocupar un lugar único y especial en el corazón de sus padres. Sobre todo el primogénito vive en propia carne esta lucha, ya que debe aprender a compartir el amor paterno después de haberlo tenido para él solo. Este aprendizaje requiere tiempo. Estos trucos suavizan un poco la situación:
Presta a diario tiempo individual a cada hijo, pej. jugando con el mayor a su castillo y con el pequeño en la bañera. Tus hijos disfrutan de estos momentos íntimos y les hacen sentirse queridos.
Dales una educación en función de sus necesidades. Si pones énfasis en la ecuanimidad, les enseñas a medirlo todo. Si les educas según el carácter, entienden que son distintos y que a cada uno le quieres de un modo especial y único.
No pongas uno como ejemplo para el otro. ‘Mira qué bien lo ha hecho tu hermano, a ver si tú también puedes’ incita a la rivalidad. Destaca las cualidades de cada uno sin hacer comparaciones.
. Llaman la atención. Los niños saben que, cuando se pelean, obtendrán tu atención (por este motivo empiezan a pelearse justo cuando tú haces una llamada telefónica). Y esto siempre es atractivo; al fin y al cabo una reprimenda también es atención. Los estudios demuestran que cuánto más intervienen los padres ¡mayor es la frecuencia de sus peleas! ¿Cómo evitas caer en esta trampa?
Si necesitas tiempo para hacer algo, díselo y pide su colaboración (‘niños, necesito llamar por teléfono, por favor, no me molestéis’). Elógiales cuándo lo consiguen.
Si los niños disponen de tu tiempo individual, buscarán menos tu atención mediante peleas.
Intervén lo menos posible. Aprende a desconectar y acude sólo cuando se hacen daño.
. Falta de madurez e impulsividad. Crecer desde bebé hasta ser una persona razonable, capaz de escuchar a otra, es una larga trayectoria. En los primeros años el niño busca la satisfacción inmediata de sus necesidades y se expresa mediante el lenguaje corporal (lloros, patadas, mordiscos), hasta que aprenda a utilizar palabras, negociar, etc.
. Falta de madurez e impulsividad. Crecer desde bebé hasta ser una persona razonable, capaz de escuchar a otra, es una larga trayectoria. En los primeros años el niño busca la satisfacción inmediata de sus necesidades y se expresa mediante el lenguaje corporal (lloros, patadas, mordiscos), hasta que aprenda a utilizar palabras, negociar, etc.
Traduce para él sus sentimientos en palabras; cuando estira del pelo de su hermano o le tira sus juguetes, dile algo como: ‘Veo que estás muy enfadado. Díselo’. Así le enseñas a expresarse con palabras y más adelante a dialogar, hacer compromisos, etc.
• Imitación de la conducta paterna. Si los padres se pelean a menudo, los niños los imitan.
Dales un buen ejemplo y soluciona tus problemas de pareja mediante el diálogo. Si no lo conseguís, busca ayuda profesional. A discutir también se aprende.
• Demasiada proximidad. Los niños necesitan cierta intimidad propia y no estar siempre juntos (liberan sus frustraciones en el otro). Los estudios demuestran que también el tipo de vivienda influye: las casas y los pisos de planta baja invitan menos a las peleas que los pisos altos y cuanta más pequeña la vivienda, más peleas.
Agranda tu vivienda quitando muebles y objetos innecesarios.
Llévales a diario al parque: jugar al aire libre y disponer de espacio para correr, reduce las peleas.
Organiza que los niños estén a veces separados: uno se queda en casa de un amigo o se va a su club, mientras el otro está en casa. Al volver a estar juntos, suelen jugar más armoniosamente.
¿CÓMO ACTUAR?
Seguramente te preguntas muchas veces cómo juzgar con buen criterio o qué decirles en una pelea vehemente. Existen una serie de recomendaciones, que les ayudará a resolver sus problemas y ser ‘buenos hermanos’:
1. NO: asumir el papel de juez. Generalmente resulta difícil saber lo que realmente pasó, como demuestra este caso: Pablo (5 años) viene llorando hacia su madre: ‘Mira, lo que ha hecho Ana’ (Ana es su hermana de 4 años). Le enseña su dibujo roto. ‘¡No lo hice yo!’ grita Ana desde el salón. Con Pablo delante de ella con su dibujo roto y su cara llorosa, es fácil ver en Ana ‘la culpable’. Lo que ocurrió fue esto: los dos estaban dibujando, cuando Pablo quiso tener el rotulador rojo. Sin más se lo quitó de las manos de Ana, por lo que rayó su dibujo. Esta se enfadó y los dos se pelearon, por lo que Pablo rompió su propio dibujo.
SI: considerar a los dos como responsables de la pelea. Cada uno tiene una parte implicada. A veces parece que siempre es uno el que empieza, pero muchas veces el otro provoca de manera solapada a su hermano.
2. NO: hacer la pregunta ‘¿Quién empezó?’. Suele agravar la situación. ‘Tú’ ‘¡No! Tú’ y un sinfín de gritos más.
SI: decirle a cada uno que te cuente lo que pasó (sin que se interrumpan). Afirma los sentimientos de cada uno: ‘Entonces, tú te enfadaste y por ello le diste una patada’ y ‘tú también estabas enfadada y por esto....’). Al expresarse se calman, ya que se sienten escuchados y tomados en serio. Esto también les ayuda a aprender a verbalizar sus sentimientos en vez de recurrir a los mordiscos, patadas, estirones, etc. Y muchas veces ya es suficiente para que vuelva la calma.
3. NO: Criticarles demasiado por sus peleas. Acepta que son normales (irán disminuyendo con la edad) e incluso buenas, ya que les prepara para su vida en la sociedad. Las peleas les ayudan a conocerse, a defender lo suyo, a buscar compromisos, hacer las paces, etc.
SI: Darles una sugerencia para solucionar el problema. La madre de Pablo y Ana sugiere que peguen el dibujo con celo y repartan los rotuladores. Si se pelean por un mismo juguete, aplica el truco del reloj de cocina: cada uno puede tener el juguete hasta que sueñe y ya toca el turno al otro. Si siguen peleándose, conviene esconder el juguete por un tiempo. Dales ideas sobre cómo negociar, hacer compromisos, etc. dejando a veces la solución final a su propio juicio. Y prémiales cuando alguna tarde jueguen armoniosamente, diciéndoles lo contenta que estás. Una madre con tres hijos peleones les llevó al cine ¡después de una semana casi pacífica! Este tipo de elogios les incentiva a solucionar sus discrepancias de forma positiva.
4. NO: intervenir en cada pelea. Como ya dije, no hace más que aumentar las peleas por ser una manera de ¡atraer la atención paterna!
SI: dejarles solucionar sus asuntos por sí solos. Un ejemplo: las hijas de Mabel (3 y 4 años) querían sentarse las dos al lado derecho de ella durante el cuento. Mabel les dijo que tenían que solucionar solas este problema, si no, no habría un cuento. No intervino en sus discusiones. Al final se pusieron de acuerdo: una iba sentada a su derecho y ¡la otra también! encima del regazo de su hermana. Pero hay una excepción importante: cuando los niños llegan a hacerse daño física- o emocional-mente, debes intervenir como moderador. Sepárales para que cada uno se serene en un lugar distinto. Después, cuando ya estén calmados, aprovecha la situación para que hagan las paces.
5. NO: olvidarte de su estado madurativo y esperar demasiado de ellos. Algunas situaciones les resultan frustrantes y tienden a provocar peleas (son en cierto modo previsibles), como un largo viaje, esperar en el supermercado, la hora antes de la cena, cuando los niños ya están cansados, etc.
SI: Poner remedios, como pej. tenerlos entretenidos, llevarlos a diario al parque (el disponer de más espacio reduce las peleas), tenerlos ocupados en distintas tareas, como pej. el mayor se pone el pijama mientras el pequeño te ‘ayuda’ con la cena, etc. El cansancio juega un papel importante en sus peleas: cualquier nimiedad es motivo para una pelea.
6. NO: Amenazarles con castigos que no llevarás a cabo. ‘Si no dejáis de pelear, os voy a mandar .....’
SI: Aplicar determinadas consecuencias, como pej. parar el coche cuando se pelean (una sola vez será suficiente). O mandar al agresor al pasillo por unos minutos. Otra idea es hacerle sentar en el suelo sin jugar.
7. NO: culpar siempre al mismo niño, aunque parezca que él lleva la mayor parte. Un error común es que los padres exijan demasiada responsabilidad y madurez del mayor (‘dáselo a tu hermanito, aún es pequeño’). Este llegará a pensar: ‘y ¿yo? ¿No cuento?’. Esto aumenta los celos y .....las peleas.
SI: averiguar el porqué de la conducta del niño ‘conflictivo’. Puede que se sienta menos querido y que por esta razón desahogue su frustración en el hermano. Darle al mayor un lugar para sus pertenencias (pej. unos estantes altos) y hacerle saber que entiendes sus sentimientos (entiendo que el hermanito para ti a veces es un estorbo ¿verdad?) le hace sentirse comprendido. En general es muy positivo transmitir a cada uno que entiendas su situación: puedes decir al mayor ‘entiendo que no te guste que tu hermano te lo toquetea todo’ y al pequeño: ‘entiendo que te gusta jugar con lo de tu hermano’. Así les haces ver que hay intereses contrapuestos y que esto es algo normal en la vida cotidiana. Y cuando sean algo mayores, puedes nombrarles sus ‘errores’, como: ‘veo que siempre quieres tenerlo todo para ti’ o ‘noto que no defiendes lo tuyo’. El conocer estas actitudes les ayudará a cambiar y madurar.
Las peleas son una parte inherente en la convivencia familiar. Los niños son directos y expresan lo que sienten. La vehemencia de sus peleas es tremenda, porque los niños aún no se controlan. Pero no en absoluto presagian una mala relación futura. Las peleas también tienen un lado positivo: gracias a ellas aprenden a convivir, a tener en cuenta los sentimientos del otro, a buscar compromisos y a defender lo propio etc. El vínculo entre hermanos es algo único e incomparable con cualquier otra relación.
Uy, peleas. Aquí las tenemos a la orden del día, y es curioso porque cuando me preguntan qué tal se llevan mis hijos a mí me sale decir que muy bien. Y lo siento así.
ResponderEliminarPor lo que leo Feenstra es más intervencionista de lo que a mí me sale, pero tampoco lo que yo hago sé si es lo mejor para las edades de 4 y 2 años.
Me explico: cuando hay una riña que va creciendo y no se apaga sola, lo único que hago (siempre que no hayan llegado a pegarse, cosa que prácticamente nunca ha ocurrido) es describir la situación. Ya no hace falta pedirles o darles la solución, ya saben que es el momento de negociar. "Veo un coche de bomberos, y veo dos niños que lo quieren tener al mismo tiempo" -Se nota que me gustó "Cómo hablar..." y "Jo, siempre él", ya sabes ;-)
¿Qué ocurre cuando hago esto? Básicamente, pueden darse dos situaciones.
** Una, que el pequeño se canse en esta fase de descripción y reflexión y se vaya a por otra cosa. Fin de la pelea.
** Dos, que la mayor sea siempre la que busca las soluciones, porque el peque es demasiado peque. Esto no me gusta tanto, porque creo que le carga a ella de responsabilidad y a él le evade. Normalmente sus soluciones son hacer turnos (donde a veces se pone ella la primera, cosa que me tranquiliza), o darle otro juguete a su hermano. Pero me parece que recae todo sobre ella y no me parece justo. ¿Que es el lastre de ser la mayor? Bueno, quizá sí.
Sin embargo, actuar dándoles a ellos la solución no funciona, al contrario, yo creo que les genera más frustración porque no sienten que haya nacido de ellos, así que no estoy del todo de acuerdo con lo que plantea Feenstra, aunque me gusta que hable de las discusiones como parte del apredizaje vital; eso tranquiliza a cualquier padre :-)
Un beso!
Ay, que bien que intervengas, Eva!!! (con ese matiz de la "no intervencion") Gracias! Yo tambien soy fan del jo, siempre el!. Cuando se de el caso ya veremos que estilo tengo :D .
ResponderEliminarDe momento, veo que Laia esta con muchas ganas de "ser buena", y cuando Teo coge algo que ella no quiere que le coja, veo que hace de tripas corazon y suelta un "bueno, no pasa nada". Y ahi es donde tengo que trabajar con ella, para que si le molesta, lo exprese. Bueno, esto hace unos dias que lo observo, pocos. Antes era mas de darle algo a Teo y de esa forma rescatar su juguete, a base de distraccion. De hecho, el truco se lo ha enseñado a todos sus amigos en el parque.
Yo en general soy bastante del "seguro que lo podeis solucionar vosotros", siempre y cuando no haya heridos, aplicado de momento a los amigos, pero ya digo, que aun no han entrado en casa las peleas, solo son 9 mesecillos de nada :).
un abrazo!
Muy buen artículo.
ResponderEliminarEn casa (4 y 2 años), aplicamos la resolución de conflictos más o menos así.
La peque es todavía muy "física" y de pocas palabras así que de pronto a medias en el diálogo le da por soltarle la mano a su hermano. Lo hemos trabajado mucho describiéndole la situación con palabras "veo que estás muy enojada" "puedes decirle al hermano que no te gusta, que estás enojada porque..."
Al princio es dificil para el adulto, es cansado estar n-veces al día haciendo una pausa para resolver el conflicto de esta manera: describirles la situación, reflejar sus sentimientos, esperar a que den ellos la solución, ofrecer una solución cuando a ellos no se les ocurre, esperar a que ambos bandos acepten.
Es cierto lo que dice Eva, muchas veces el pequeño se cansa y se va y se acaba la pelea.
Sin embargo, con el paso de los días, ellos van asimilando este "método" y comienzan a hacerlo solitos, comienzan a gestionar sus conflcitos sin intervención de la mamá y a mi me da un orgullo enorme.
Una cosa bien importante, antes de todos los pasos: como adulto tienes que reconocer TUS propios sentimientos ante la pelea (me enoja/entristece/frustra que se estén peleando) para hacerte cargo de ellos y no mezclarlos entre el enojo de los hijos, esto es clave para mantenerte fuera de la espiral, neutral y mediadora.
Ups, olvidé activar el seguimiento...
ResponderEliminarUn abrazo!
ay, que bueno, Ale!!! como me gustan vuestros comentarios!!!
ResponderEliminarEl otro dia escribio una chica en la entrada de los conflictos ayudan a crecer (o algo asi...) y cometnaba que su hija tenia 19 meses. Ojala os lea!! :)
Un abrazo!!
Hola de nuevo :-)
ResponderEliminarAle ha dicho algo con lo que estoy de acuerdo: como adulto tienes que hacer de tripas corazón y no mezclar tus propias emociones en su conflicto. Pero ¿no te pasa que ya te sale solo, igual que a ellos negociar? Me maravilla lo rápido que aprenden (y aprendemos también "los mayores") "el método".
Algunas veces, con amigos de Martina en casa, he puesto en práctica todo esto de describir la situación y cuesta mucho más tiempo que lleguen a la solución, porque el otro niño se queda PERPLEJO. Pero el resultado, si se les da tiempo para ello, siempre ha sido positivo. Al menos en mi experiencia.
Os voy a contar una anécdota, jiji.
Vino a casa un amigo, también de 4 años, y él y Martina se pelearon por un coche teledirigido. Ya había gritos de por medio y la cosa me pareció que se ponía fea. Así que describí la situación y les invité a pensar en una solución.
Y ahora viene lo bueno. No hicieron turnos, ni nada por el estilo. Acordaron ponerse uno en cada lado del salón, y dirigir el coche donde estaba el otro, ir corriendo a llevarle el mando y volver al sitio, para esperar que le llegara el coche y el mando. ¿A un adulto se le podría haber ocurrido eso? (!) Y lo mejor es que ellos no paraban de reírse.
¡¡¡Un beso!!!
que buen post esta quedando gracias a las dos!!! Si Eva, cuando el otro niño no esta acostumbrado, se queda con una cara de "y este extraterrestre de donde ha salido" pero luego en seguida reaccionan. Y es verdad, nosotros tenemos unas soluciones standard. Ellos son la creatividad.
ResponderEliminarbesos
Bueno la verdad es que a veces si hay que intervenir de otra manera. me explico: cuando el niño "visitante" es conocido o familiar yo he hecho lo mismo que comenta Eva. O incluso mis hijos lo hacen a veces solos: le explican còmo "negociar".
ResponderEliminarPero por ejemplo, nos ha sucedido alguna vez en el parque, con niños extraños cuyos padres estàn en todo menos cerca. Mis hijos intentan una soluciòn, el otro sigue molestando, intervengo yo y el susodicho me ignora olìmpicamente. Lo ùnico: poner tierra de por medio.
Sobretodo mi hijo que es muy noble muchas veces no lo entiende, -pero por què me sigue pegando mamà, si ya le dije que no me gusta? ...Lo ùnico que me nace decirle: pues no lo ha entendido hijo, seguro no sabe arreglar conflcitos.
A veces mis hijos se alejan sòlos del agresor que no entiende, a veces tengo que intervenir. Cuesta trabajo, pero ellos tambièn van viendo que asì es el mundo por desgracia, igual entre adultos hay con quiènes negociamos y pactamos y hay otra gente (ejemplo asaltantes) con quien no queremos ni compartir acera.
Besos! Què buen debate!
Me viene fenomenal la lectura de tu post, me ha encantado. Pronto me veré en la situación y toda información es de gran ayuda para llevarlo mejor. Muy útil.
ResponderEliminarSuele funcionar (nos lo recomendó la psicóloga), pero que díficil es mantener la calma después de toda una tarde de gritos... en fin yo pongo el límite o en las manos o en los insultos: ahí intervengo (según lo que venga primero que depende del día).
ResponderEliminarMis hijas se llevan 18 meses y os podeis imaginar, pero pensaba que con la edad irian compaginandose más y habrian menos peleas (yo siempre hubiera deseado tener una hermana) y ahora con 10 y casi 9 años siguen igual o peor (aunque no puedan vivir la una sin la otra.