Imagen mía tomada en una tienda Vintage en el Barrio de las letras de Madrid.
Hace unos días, leía esta estupenda entrada de Armando Bastida en Bebés y más: Cuando a lo de criar con apego le llega la fecha de caducidad. Hacía tiempo que me rondaba una entrada sobre el tema porque es verdad que a partir de cierta edad nos parece ya que "todo vale", y justo es cuando empieza la etapa de educar. Su entrada es muy completa y profunda. No voy a poder hablar de todos los temas que él aborda, así que a ver si me centro ;)
Creo que para Educar hace falta Ser. Parece que la frase es de Quino y el otro día vi una imagen muy chula que quería que ilustrase esta entrada, pero me estoy volviendo loca y no la encuentro (edito, que la he encontrado!). Durante el embarazo y la crianza tenemos una etapa perfecta para crecer, por nosotras, porque la vida es un crecimiento constante. Pero están ellos también. Tratamos de no repetir ciertos patrones, tenemos un ideal de cómo nos gustaría ser como madres. Luego llega la realidad y nos va dando en las narices. Hoy Cecilia Jan ha publicado una entrada muy interesante en su blog de Mamas and de papas, que creo que explica muy claramente esto. Tenemos una referencia de cómo queremos educar a nuestros hijos (con paciencia, que es la madre de la ciencia) pero nos vemos convertidas en la niña del exorcista ante comportamientos normales de los niños.
Encontramos nuestros límites con el primer hijo, con el segundo o con el tercero y nos vemos repitiendo escenas vividas que juramos no mostrar ante nuestros hijos. Frases, comportamientos, miradas que surgen como un resorte en cuanto estamos bajos de guardia. El autocontrol parece haberse esfumado. Y aparte de aceptar que somos humanos con nuestra limitaciones, veo que hay dos caminos: Seguir trabajando esos aspectos personales que no vemos positivo enseñar a nuestros hijos (porque para empezar no son educativos ni les hace ningún bien) o bien tirar la toalla y ponerle esa fecha de caducidad a la crianza con apego (o como quiera llamarse, soy poco amiga de las etiquetas). Es decir, legitimar nuestras salidas de tono como algo normal, negar la importancia que tienen y que vayan sentado la base de nuestra relación. Básicamente, cuando dejamos que la realidad nos borre el tener un ideal. Como ideal, sabemos que nadie es perfecto, que nunca será del todo alcanzable. Pero si se elimina esa parte de ideal, entramos en círculos viciosos que nos van a frustrar aún más, porque siempre tendremos una vocecilla diciendo "tú prometiste no repetir esto a nadie".
Del artículo de Armando, me gusta lo que dice de haber hecho las cosas de cierta
forma por una misma, más que por los niños, en unos casos por postureo, en otros por unas carencias personales grandes. Todos estos blogs que hemos
abierto las madres, ese cierto exhibicionismo, ¿no estará reafirmando
esta idea? A veces me lo he planteado, pero me he dejado llevar porque
al final también tenía la motivación real e interna de poder compartir
recursos y estaba la parte "tribu" dentro de estas maternidades tan
solitarias que vivimos.
No podemos dar más de lo que somos.
Hay que aceptar este límite también. Podemos trabajar en crecer y cada día ser mejores personas, por nosotros y por ellos, pero es verdad que hay cosas difíciles de cambiar en nosotras mismas (nadie es perfecto). Creo que la clave es ser consciente de ello, que no quiere decir que justifiquemos lo que hacemos. Hay que intentar dar lo mejor de una misma, sabiendo que a veces una misma no tiene un buen momento, y ese "lo mejor" va a ir más que entrecomillado. Pero esto de educar a niños es una tarea a muy largo plazo. No dura ni un año, ni dos, ni tres. Pasaremos por momentos de "burn-out" y por momentos de enamoramiento total del rol de madre.
De hecho, creo que la parte fácil es la de los cuidados cuando son bebés: el continuum, el pecho... todas estas cosas. A medida que crecen, que dejan de tener cara de bebés, muchas veces esperamos de ellos más de lo que pueden dar. Y ahí empieza el reto, el de entender que son niños, que nos van a seguir necesitando durante muchos años mientras nosotras queremos empezar a ejercer también otros roles más allá del de madre, por ejemplo... y eso a veces asfixia un poco. Pero venía en el pack, hay que seguir siendo madre para siempre. Si teníamos una idea de cómo ejercer nuestra maternidad, aceptemos la realidad (la cruda realidad) pero no dejemos de intentar cuidarles como se merecen.
Concluyendo:
- Vale la pena seguir teniendo el sentido común activado.
- Busca dentro de ti. ¿Qué quieres? ¿Qué situaciones son las más complicadas de llevar? ¿Cómo podrían funcionar mejor para todos?
- No te exijas más de lo que puedes dar en cada momento. Es decir, relativiza un poco, que tampoco eres superwoman (ni falta que hace).
- No hay que buscar la perfección, pero tampoco hace falta que tires la toalla y actúes de forma contraria a como piensas que debería hacerse.
- Únete a retos como el planteado por Cecilia Jan en Harto de gritar a tus hijos? . Puede ser divertido. A través de los hashtags #rinonaranja y #yanogrito
Una canción final:
Serrat, cómo no.
Esos locos bajitos:
A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.
Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.
Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.
Fuente: Quedeletras.com
Una canción final:
Serrat, cómo no.
Esos locos bajitos:
A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.
Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.
Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.
Fuente: Quedeletras.com
Maite..... plas plas plas, te aplaudo con las orejas.
ResponderEliminarSi me permites, yo estuve también pensando sobre el tema.... aquí:
http://www.entremimosyjuguetes.blogspot.com.es/2013/07/la-crianza-respetuosa-tiene-fecha-de.html
Ah, no quiero olvidarlo.... me he unido al desafío de Cecilia.... con toda la dificultad que le veo.
Un abrazo
Mon! y por qué no tenía yo localizado tu blog con lo chulo que es?? madre mía, me da hasta vergüenza!!! (emoticono sonrojado).
ResponderEliminarUn abrazo!
Ay Maite porque la blogosfera es muy grande e interesante.....
ResponderEliminarGracias por los piropos pero los míos son blogs humuldes los dos (porque aprovecho y te chivo que tengo otro de relatos)
humuldes no.... humildes, humildes.
ResponderEliminar¿Ves? me has piropeado y me has puesto nerviosa.
Un abrazo enorme, como siempre.
Jejeje, pues voy a buscar el otro y lo enlazo. "Semos" personas humildes y sencillas, pero muy valiosas :) Un abrazo
ResponderEliminarMaite, me ha encantado tu entrada.
ResponderEliminarCon mis tres retoños creciendo, mis gritos también han ido en aumento y los momentos burnout también!!
Mil gracias, voy a ver si me apunto a ese reto de los gritos.
Gracias por dar siempre en el clavo y compartir con la tribu!!
Bss
Hola Maite te segui en Adivina cuanto te quiero y he encontrado este otro blog, precisamente con este articulo tuyo y con el link de Armando, que expresa como me siento en este momento
ResponderEliminarmi hijo tiene 5 años, y le toco entrar en la escuela este año, hasta el año pasado asistia a una guarderia-jardin cerca de mi trabajo, en la que las cosas las hacian al ritmo de los bebes, no habia problema si mi hijo llegaba tarde o si tenia que salir temprano, en la que eran pocos niños por salon y todos recibian mucho cariño y dedicacion.
Pero ahora en la escuela es diferente, entra mas temprano, por lo que se tiene que acostar mas temprano, y tiene que hacer muchas tareas por la tarde. Entonces me la paso peleando con el, y peleando conmigo misma, si es que sigo manteniendo el respeto por el, o claudico y me entrego a los limites estrictos, porque a veces he sentido que ya no puedo.
Pero gracias por esta entrada, tengo las cosas mas claras, y me he dado cuenta de que no soy la unica , y me da nuevas fuerzas para seguir intentado lo que me parece la mejor crianza para mi bebe.
He recordado que tengo que sacar cita con la directora de la escuela a intentar solicitar que no les envien tantas tareas a niños tan pequeños, especialmente los viernes que es cuando queremos disfrutar el fin de semana
Disculpa por la entrada tan larga, tenia ganas de desahogarme
Anto
Anto, qué feliz reencuentro!!!
ResponderEliminarLa verdad es que creo que son muy pequeños para tener tareas por las tardes. Siguen necesitando jugar mucho, y seguir aprendiendo de otras formas diferentes a las "tareas". Pero la verdad es que es un tema como estructural, no? yo he llevado muy mal los temas del cole y eso que hasta primaria (6 años) no les mandaban nada y era bien poquito. El día que se pasan de la raya me ataco. Esta situación aún es más complicada que otras, porque es entre tú, el niño y el cole. Encontrar un equilibrio es muy difícil. Espero que te escuchen y podáis llegar a acuerdos que os resulten positivos para los tres.
Suerte, ya contarás qué tal!
Saludos,
maite