Este es un resumen del libro que encontré en criar con el corazón
Pikler, Emmi. Moverse en libertad : desarrollo de la motricidad global . Madrid: Narcea, 1984. 166 p. (Educación hoy. Estudios). ISBN 8427706723.
Pikler afirma que, en condiciones ambientales adecuadas, todo niño adquiere, por propia iniciativa y sin intervención del adulto, un desarrollo motor adecuado. Parte de la creencia de que el desarrollo motor es espontáneo, y por tanto capaz de desplegarse sin ayuda exterior. En sus estudios se centra en la motricidad global, con exclusión de la motricidad fina.
Dichos estudios fueron realizados a lo largo de varios años en una institución para niños llamada Loczy. Las observaciones se realizaron durante las actividades cotidianas de los niños, y no en condiciones experimentales. En su trabajo Pikler se propuso eliminar el efecto directo y modificador del adulto sobre el desarrollo motor, valorando, en cambio, las experiencias y tentativas autónomas e independientes del niño. Buscaba, por tanto, dar completa libertad de movimiento al niño para que éste realizase de manera espontánea su desarrollo motor. Se siguieron las siguientes premisas:
· al niño no se le enseñaba ningún movimiento, ni se le animaba a hacerlo, ni se lo colocaba como él no fuera capaz de hacerlo.
· nunca se lo sentaba si él no sabía (ni para comer, ni en el médico...)
· si se caía no se lo levantaba.
· no se lo atraía con juguetes para animarlo a desplazarse.
En oposición a las teorías de Pikler, comúnmente se afirmaba –y se afirma aún- que es bueno que el adulto intervenga prestando su ayuda al niño. Se creía que la intervención beneficiaba al niño porque aceleraba su desarrollo motor, y esto se consideraba ventajoso y oportuno para él. Además, se afirmaba que tal intervención produce satisfacción y placer en el niño. Por último, la intervención estaba sancionada por la costumbre, porque siempre se había hecho así.
Pikler no aceptaba estas razones. Afirmaba que ayudar al niño antes de tiempo es negativo por dos razones: el sistema neuromuscular está inmaduro, y la personalidad sufre una inadaptación temporal. Y señalaba tres inconvenientes de intervenir:
i. Al poner al niño en una postura que no sabe adoptar ni abandonar solo, lo condenamos a estar inmóvil mientras el adulto no intervenga o el niño no sepa andar.
ii. Las posiciones alcanzadas son anormales, con cifosis, lordosis, músculos tensos o en desuso, rigideces... Los movimientos de los niños se caracterizan por ser torpes y faltos de armonía y seguridad.
iii. El niño depende siempre del adulto para cambiar de postura, por más que con el paso de los meses su movilidad y agilidad se incrementen.
Así, Pikler desaconsejaba la intervención del adulto. Argumentaba que si permitimos que la motricidad se desarrolle sin intervenciones beneficiamos al niño. Esto es así porque el psiquismo resulta fortalecido cuando el dueño de tomar la iniciativa es el propio niño, lo cual a su vez mejora la percepción de la propia eficiencia y su vivencia del aprendizaje. Además, cuando el niño desarrolla su motricidad sin ayuda, mejora su autoconocimiento corporal, su autoconociencia, y el reconocimiento espacio-temporal del entorno. En sus estudios, Pikler observó que el niño “libre” conseguía movimientos armoniosos, mayor flexibilidad, mejor coordinación, equilibrio y seguridad. Y, además, disfrutaba durante su adquisición y ejecución. Así mismo, era un niño caracterizado por una gran movilidad: adoptaba posturas variadas, las cambiaba a menudo, se desplazaba (gateando, rodando...) mucho y pronto, se movía con soltura y autonomía, era prudente, sufriendo rara vez accidentes. Resulta interesante que el niño “libre” conseguía experimentar una gran variedad de movimientos intermedios, transitorios; éstos son importantes porque preparan al organismo para movimientos más evolucionados, los cuales forman parte integrante del desarrollo: constituyen su trama.
Según Pikler, ¿qué es necesario para favorecer y no entorpecer el desarrollo de la motricidad?:
a. No “enseñar” ningún movimiento al niño, no “adiestrar” en habilidades motoras, lo que no excluye la ayuda indirecta si el niño la precisa. Sí que es necesario estimular la actividad autónoma del niño, pero sin intervenir en su desarrollo ni acelerar sus adquisiciones. El educador debe manifestar paciencia, respetar al niño y favorecer su desarrollo autónomo.
b. Asegurar al niño unas condiciones ambientales adecuadas que le garanticen libertad de movimientos, a saber: que la indumentaria del niño no le entorpezca y sea amplia, que el espacio sea suficiente y esté adaptado, que sea seguro, que el niño disponga de juguetes adecuados.
La conclusión de Pikler fue que ni la enseñanza ni la ayuda directa de un adulto son condiciones indispensables para el desarrollo motor. Por el contrario, el niño al que se pone precozmente en una posición que no domina, se halla desfavorecido tanto en el reconocimiento activo del entorno como en la manipulación.
Otras observaciones interesantes que se recogen en su trabajo son:
o Al avanzar en edad los datos se dispersan en intervalos cada vez más amplios; por ejemplo para la marcha firme el intervalo es de casi seis meses.
o Los prematuros muestran retraso con relación a los nacidos a término o con peso normal: el conjunto de su desarrollo motor es más lento, y los períodos de adquisición de las fases son más prolongados.
Pikler, Emmi. Moverse en libertad : desarrollo de la motricidad global . Madrid: Narcea, 1984. 166 p. (Educación hoy. Estudios). ISBN 8427706723.
Pikler afirma que, en condiciones ambientales adecuadas, todo niño adquiere, por propia iniciativa y sin intervención del adulto, un desarrollo motor adecuado. Parte de la creencia de que el desarrollo motor es espontáneo, y por tanto capaz de desplegarse sin ayuda exterior. En sus estudios se centra en la motricidad global, con exclusión de la motricidad fina.
Dichos estudios fueron realizados a lo largo de varios años en una institución para niños llamada Loczy. Las observaciones se realizaron durante las actividades cotidianas de los niños, y no en condiciones experimentales. En su trabajo Pikler se propuso eliminar el efecto directo y modificador del adulto sobre el desarrollo motor, valorando, en cambio, las experiencias y tentativas autónomas e independientes del niño. Buscaba, por tanto, dar completa libertad de movimiento al niño para que éste realizase de manera espontánea su desarrollo motor. Se siguieron las siguientes premisas:
· al niño no se le enseñaba ningún movimiento, ni se le animaba a hacerlo, ni se lo colocaba como él no fuera capaz de hacerlo.
· nunca se lo sentaba si él no sabía (ni para comer, ni en el médico...)
· si se caía no se lo levantaba.
· no se lo atraía con juguetes para animarlo a desplazarse.
En oposición a las teorías de Pikler, comúnmente se afirmaba –y se afirma aún- que es bueno que el adulto intervenga prestando su ayuda al niño. Se creía que la intervención beneficiaba al niño porque aceleraba su desarrollo motor, y esto se consideraba ventajoso y oportuno para él. Además, se afirmaba que tal intervención produce satisfacción y placer en el niño. Por último, la intervención estaba sancionada por la costumbre, porque siempre se había hecho así.
Pikler no aceptaba estas razones. Afirmaba que ayudar al niño antes de tiempo es negativo por dos razones: el sistema neuromuscular está inmaduro, y la personalidad sufre una inadaptación temporal. Y señalaba tres inconvenientes de intervenir:
i. Al poner al niño en una postura que no sabe adoptar ni abandonar solo, lo condenamos a estar inmóvil mientras el adulto no intervenga o el niño no sepa andar.
ii. Las posiciones alcanzadas son anormales, con cifosis, lordosis, músculos tensos o en desuso, rigideces... Los movimientos de los niños se caracterizan por ser torpes y faltos de armonía y seguridad.
iii. El niño depende siempre del adulto para cambiar de postura, por más que con el paso de los meses su movilidad y agilidad se incrementen.
Así, Pikler desaconsejaba la intervención del adulto. Argumentaba que si permitimos que la motricidad se desarrolle sin intervenciones beneficiamos al niño. Esto es así porque el psiquismo resulta fortalecido cuando el dueño de tomar la iniciativa es el propio niño, lo cual a su vez mejora la percepción de la propia eficiencia y su vivencia del aprendizaje. Además, cuando el niño desarrolla su motricidad sin ayuda, mejora su autoconocimiento corporal, su autoconociencia, y el reconocimiento espacio-temporal del entorno. En sus estudios, Pikler observó que el niño “libre” conseguía movimientos armoniosos, mayor flexibilidad, mejor coordinación, equilibrio y seguridad. Y, además, disfrutaba durante su adquisición y ejecución. Así mismo, era un niño caracterizado por una gran movilidad: adoptaba posturas variadas, las cambiaba a menudo, se desplazaba (gateando, rodando...) mucho y pronto, se movía con soltura y autonomía, era prudente, sufriendo rara vez accidentes. Resulta interesante que el niño “libre” conseguía experimentar una gran variedad de movimientos intermedios, transitorios; éstos son importantes porque preparan al organismo para movimientos más evolucionados, los cuales forman parte integrante del desarrollo: constituyen su trama.
Según Pikler, ¿qué es necesario para favorecer y no entorpecer el desarrollo de la motricidad?:
a. No “enseñar” ningún movimiento al niño, no “adiestrar” en habilidades motoras, lo que no excluye la ayuda indirecta si el niño la precisa. Sí que es necesario estimular la actividad autónoma del niño, pero sin intervenir en su desarrollo ni acelerar sus adquisiciones. El educador debe manifestar paciencia, respetar al niño y favorecer su desarrollo autónomo.
b. Asegurar al niño unas condiciones ambientales adecuadas que le garanticen libertad de movimientos, a saber: que la indumentaria del niño no le entorpezca y sea amplia, que el espacio sea suficiente y esté adaptado, que sea seguro, que el niño disponga de juguetes adecuados.
La conclusión de Pikler fue que ni la enseñanza ni la ayuda directa de un adulto son condiciones indispensables para el desarrollo motor. Por el contrario, el niño al que se pone precozmente en una posición que no domina, se halla desfavorecido tanto en el reconocimiento activo del entorno como en la manipulación.
Otras observaciones interesantes que se recogen en su trabajo son:
o Al avanzar en edad los datos se dispersan en intervalos cada vez más amplios; por ejemplo para la marcha firme el intervalo es de casi seis meses.
o Los prematuros muestran retraso con relación a los nacidos a término o con peso normal: el conjunto de su desarrollo motor es más lento, y los períodos de adquisición de las fases son más prolongados.
Hola! Me parece muy interesante este artículo, y en general tu blog. Curiosamente he tratado el tema del gateo en el mío, pero desde otra perspectiva. ¿Me permites que ponga un link a tu blog? Recopilas artículos muy interesantes. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias Araceli. Por supuesto, que puedes poner el enlace :)
ResponderEliminarYo me pasé por el tuyo, ojeé el texto pero no lo he leído todavía con atención. Voy muy mal de tiempo últimamente.
un abrazo
Muy interesante!! No sabes lo que lucho por que mi hija siga su propio ritmo y es gracias a textos cómo el tuyo que se puede argumentar lo que uno siente instintivamente!
ResponderEliminarUn beso,
Manou
Hola Manou, muchísimas gracias por tu comentario! un abrazo, maite
ResponderEliminarHola Maite, recien leo este articulo, pero fijate que sin saberlo he aplicado instintivamente lo que que dice, mi bebe tiene 10 mesese y en todo este tiempo he dejado que solito y a su tiempo vaya avanzando en su desarrollo, y hasta el momento le va muy bien.
ResponderEliminarAnto
Hola, yo estoy siguiendo el metodo Pikler con mis mellizos de 9 meses, la verdad que es todo un trabajo llevar adelante esta mirada y me he sentido sola muchas veces cuando me insiste incluso los medicos que le ensene a sentarse..y a comainar. He comenzado un blgo de mi experiencia como madre pikler,te puedo linkear??? saludos, lucrecia
ResponderEliminarhttp://experienciasdeunamadrepikler.blogspot.com/