Ir al contenido principal

Conectar con los niños


Articulo publicado en el pais semanal 26-04-2009 y adaptado (en su bibliografia) por Sole, de entre comadres. La verdad es que como yo soy tan racional, no siempre tiendo a contar historias simbolicas, y creo que es algo que tengo que revisar. Sole tambien recomendaba esta pagina con cuentos. Reconozco que aun no he echado mano a cuentos con el objetivo de educar. Siempre me he acercado a ellos por el placer de disfrutarlos, pero es cierto que la mayoria de cuentos e historias pueden servir para ver modelos... no se, ya digo que tengo que revisarme esto. Pero si que el sentido de tratar de acercarnos a su lenguaje, a su forma de entender las cosas, me parece fundamental. Por eso resalto el ultimo parrafo. Hay que entender que no son adultos en miniatura.

Hace poco, unas madres me preguntaban por cuentos para ayudar a los hijos en su adaptacion al cole. Y me di cuenta de que yo lo que hice fue una proyeccion del futuro. Le explique punto por punto lo que iba a suceder durante el dia en el cole, tambien la lleve a la clase antes de que comenzara, para que jugara con los juguetes, conociera a la profe, la visualizara, le diera vida real. Vamos, que de simbolico, nada, pero realmente a ella le motivo todo lo que le explique y experimento y desde el primer dia fue encantada a clase.
Si que, por ejemplo, me he acercado al abordaje de los sentimientos que genera el tener un hermano pequeño, a traves de un cuento que me paso Eva (y que a ver si consigo el permiso de las autoras para colgarlo). El poder ver a traves de un cuento que todos los sentimientos son validos creo que le ha ayudado mucho a elaborarlos.

Conectar con los más Pequeños
FERRAN RAMON-CORTÉS 26/04/2009


A menudo hablamos a los niños como si fueran adultos. Error. Hay que cambiar el código. Sustituir la explicación conceptual por la narración simbólica, por cuentos e historias. Echarle imaginación. Es eficaz y estimulante.

Cuando mi hija empezaba a leer, un día, libro en mano, me preguntó:


–Papá, ¿qué es generoso?

Se lo intenté explicar lo mejor que pude. Le conté que ser generoso consiste en dar a los demás, en compartir las cosas, en no quererlo todo para ti…

–¿Lo has entendido? –le pregunté.

Al tiempo que corría por el pasillo hacia su habitación, oí que me contestaba:

–Creo que sí.

Pasaron algunas semanas, y una tarde me volvió a preguntar:

–Papá, ¿qué era lo de generoso?

Batalla perdida, pensé. Quizá lo había entendido en su momento, pero evidentemente no lo había interiorizado, y por ello ya no lo recordaba. Probé con otra estrategia: en lugar de insistir con mis explicaciones, le conté una historia. Un ejemplo de generosidad de una persona muy cercana a ella: su abuela. Escuchó atentamente mi relato con los ojos abiertos como platos y con una gran sonrisa en sus labios. Yo noté que esta vez algo se estaba moviendo dentro de ella.

Algunos meses más tarde, volviendo de la escuela me dijo:

–¿Sabes, papá?, hoy en el cole hemos hablado de lo de ser generoso. Y yo les he dicho: “Como mi abuela”.

Ahora estaba seguro: no sólo lo había entendido, sino que probablemente lo recordaría para siempre.

Conectando con los niños.

“La distancia más corta entre el hombre y la verdad es un cuento”

(Anthony de Mello)

Como adultos, estamos acostumbrados a comunicarnos mediante explicaciones conceptuales. Un código de comunicación que compartimos y que permite que nos entendamos perfectamente entre nosotros. Lo utilizamos cuando nos comunicamos entre adultos y, por extensión, lo utilizamos también con los niños. Pero la mente infantil es poco receptiva a este código. A los niños les cuesta entrar en el significado de los conceptos, y aunque los pueden entender, difícilmente los recuerdan por mucho tiempo. Las explicaciones conceptuales calan muy poco en sus mentes infantiles, y les llegan muy poco. Por eso nos parece que tenemos que repetirles doscientas veces las cosas para que las asimilen, cuando lo que ocurre es que no les interesa lo que les contamos. Y es que sin darnos cuenta, les hablamos en un código de adultos que los adultos entienden y comparten, pero que a ellos les es completamente ajeno.

Pero comunicarnos con los más pequeños no es difícil. Exige solamente un cambio de código. Hemos de abandonar las explicaciones conceptuales y cambiarlas por la narración simbólica, es decir, las historias, los cuentos, las metáforas, las vivencias, o cualquier otro recurso narrativo que se nos ocurra.

Podemos explicarle a un niño veinte veces la necesidad de comer verduras. Ni le interesará ni lo comprenderá realmente. Pero una buena historia, con un héroe alimentado de verduras (al más puro estilo de Popeye y sus espinacas), le transmitirá perfectamente la idea, y no lo olvidará fácilmente.

El poder de las historias

“La mente es una criatura metafórica” (Michael A. Arbib)

La mente de los niños es especialmente sensible a la fantasía. Y lo que es más importante, como son muy listos, son perfectamente capaces de conectar esta fantasía a su vida real aprendiendo de las historias.

Las historias comunican mucho más que las meras explicaciones. En primer lugar, porque el niño las visualiza, las imagina, las vive. Las hace suyas, atesorándolas y fijándolas en la memoria. En segundo lugar, porque conectan con sus experiencias y con todo lo que ocurre a su alrededor. El niño le da significado a la historia estableciendo precisos paralelismos con su vida. Las historias conectan con vivencias y realidades que son únicas e individuales de cada niño que las recibe. Y en tercer lugar, porque las historias mueven emociones, cosa que difícilmente hace una mera explicación. Mover sentimientos es una clave esencial para fijar el recuerdo. No sólo en los niños, también en los adultos, las cosas que sólo se entienden, se olvidan. Las que además se sienten, se recuerdan para siempre.


Los niños se encuentran inmersos en pleno proceso de desarrollo de su personalidad. Es un momento crucial para que entiendan el significado de determinados valores y para que den sentido a sus comportamientos. Es una etapa en la que necesitan información y quieren comprender el significado de muchas cosas que ocurren a su alrededor. Nosotros, como adultos, también nos vemos en la necesidad de explicarles muchas cosas que no son fáciles de explicar.

La separación de los padres de un amigo, la llegada al mundo de un nuevo hermano, un compañero de clase que viene de un país lejano y no habla nuestro idioma, la muerte de un abuelo… Hay mil cosas que vamos a tener que explicar a los niños porque son situaciones que ya están viviendo o que un día les tocará vivir.

A veces no sabemos ni cómo ponernos a ello. Sin embargo, es mucho más fácil de lo que parece. Tenemos que atender a su lógica. Los niños son extremadamente listos. Y tienen una lógica aplastante. El primer día que fuimos a esquiar, mi hijo de cuatro años andaba buscando la tele del telesilla: “¿Los telesillas no son sillas con tele?”, me preguntó.

No caiga en la tentación de explicarle que tele significa lejos, que televisión es una visión remota o que telesilla son sillas que te permiten cubrir una cierta distancia. Conecte con su lógica y métase de lleno en su fantasía. Es usted quien ha de ir a su mundo, no traerlos a ellos al nuestro… Todavía…

Nos basta con buscar, o inventar, una buena historia. Una historia que haga que el niño se meta en la situación que le queremos contar. Que la viva en su imaginación y la llene de fantasía. Si lo hacemos así, nos daremos cuenta de que las preguntas vienen solas e inmediatamente al término de nuestro relato, prueba de que la historia ha despertado en el niño lo que tenía que despertar.

Van a continuación tres estrategias para conseguir de los niños lo que tanto nos cuesta aplicando nuestro esquema:

Cuentos para transmitir afecto. Cuando explicamos historias a los más pequeños, además de educarles o enseñarles algún concepto (si la historia está pensada para ello), obtenemos un beneficio adicional: establecemos un fuerte vínculo de afectividad. A través de un cuento compartimos con el niño un espacio de fantasía que él aprecia y valora especialmente. Y de alguna manera, nosotros mismos acabamos siendo parte de la historia. Porque el cuento tendrá los matices y la fuerza que le demos a través de nuestra entonación, de nuestra particular manera de contarlo. Eso genera mucha complicidad con los pequeños, que querrán que les repitamos el cuento una y otra vez, exactamente con las mismas palabras, con las mismas inflexiones, sólo para disfrutar del momento.

Es un efecto que, si nos paramos a pensarlo, no nos resulta ajeno. Porque es exactamente igual a lo que nos pasó a nosotros de pequeños con los cuentos de nuestros padres y que esperábamos con impaciencia cada noche.

para mantener el recuerdo. Es bueno que los pequeños conozcan a sus antepasados, que tengan una historia familiar y que conozcan toda la saga. Es bueno también que recuerden a los que ya nos han dejado y a los que han tenido un papel especial en sus vidas. Todo esto lo podemos contar también con las historias. Historias que haremos a medida y en las que los personajes y los héroes serán estos familiares a los que queremos recordar.

El recuerdo contiene siempre una importante dosis de distorsión. No nos debe preocupar aportar, además, una buena dosis de fantasía. Lo importante es asegurarnos de que lo mantenemos vivo.

para establecer unas reglas. Otro aspecto fundamental en la comunicación con los niños es el establecimiento de normas o pautas de conducta. También aquí el código que utilicemos será crucial.

Es difícil que un niño entienda que debe despertarse a las 7.15, que tiene que estar desayunando a las 7.35 y que a las 8.00 hay que salir hacia la escuela. Se lo podemos repetir cien veces, que no lograremos mucho. Y recordar las normas cada mañana, al tiempo que nos enfadamos porque vamos con retraso, no ayuda mucho. ¿Cómo puede hacerse cargo un niño de lo que significa todo esto? Hacer un juego de todo ello es mucho más efectivo. Marcar en el reloj de la cocina una gran línea roja, jugar a acercarse a la línea, hacer de los últimos minutos unos momentos de máxima expectación y premiar con un punto la victoria, convierte la norma en un reto. Y hará que la recuerden y, sobre todo, la aprendan.

¿Que no estamos muchas veces para juegos? Debemos saber que si recurrimos a la norma explícita y a la bronca, no la acabarán de comprender. Sabrán que les están riñendo, pero no sabrán exactamente por qué, ni qué tienen que hacer para solventarlo. Es cierto que no todas las normas admitirán un juego, pero sí una dosis de fantasía, una metáfora o una pequeña historia. Y es bueno que lo hagamos, porque es su lenguaje, y lo que queremos es que nos entiendan.


CON OTRO LENGUAJE
1. Libros

‘El niño con el pijama de rayas’, de John Boyne (Salamandra, 2007). Un maravilloso ejemplo del funcionamiento de la lógica infantil, tan sensata y tan directa, y tan despojada de segundos sentidos y de malicia.

‘Cuentos de todos los colores’, de J. M. Hernández Ripoll y Aro Sainz de la Maza (RBA, 2004). De gran ayuda para acercar la multiculturalidad a los niños a través de los cuentos.

2. Películas

‘La isla de Nim’, dirigida en 2008 por Mark Levin y Jennifer Flackett. Narra la historia de una niña que acude a su héroe literario para salir de una situación límite. Una interesante metáfora de la traslación de las historias a la vida real por parte de los niños.

Comentarios

  1. Muy interesante!
    Besos guapa!
    Ángeles

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante Maite y muy útil. Gracias por tu entrada. besos

    ResponderEliminar
  3. Si, verdad? Sole es una fuente inagotable de informacion. Se me olvido poner el enlace, luego lo busco, pero ademas puso mucha mas bibliografia que la del texto del pais.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Frederick

Estoy preparando un cuenta cuentos sobre Frederick, ese libro de Leo Lionni tan sugerente y que tira por tierra la fábula de la cigarra y la hormiga, que siempre me había parecido algo cruel, jejejeje. Aquí, Frederick, que parece que se escaquea durante los duros preparativos del invierno, resulta que está haciendo otras cosas que serán de utilidad también para alimentar el alma. Como forma parte de los cuenta blogs de la biblioteca del cole de mis hijos, la idea es contar el cuento y después hacer alguna actividad, que de una forma u otra podamos contar en el blog de la biblio . Así que realizaremos ratones (quizás se conviertan en "originales" puntos de libro, o marionetas...) mientras recojo qué les ha parecido el cuento, su visión del mismo. Como serán niños de primero, quizás esa recogida la realice ya por escrito, aunque seguiré llevando mi super grabadora, que les encanta hablar por ella.  Como siempre, me lanzo a la red a buscar información, ideas para real

¿Qué pasa cuando los niños crecen?

Imagen mía tomada en una tienda Vintage en el Barrio de las letras de Madrid. Hace unos días, leía esta estupenda entrada de Armando Bastida en Bebés y más: Cuando a lo de criar con apego le llega la fecha de caducidad . Hacía tiempo que me rondaba una entrada sobre el tema porque es verdad que a partir de cierta edad nos parece ya que "todo vale", y justo es cuando empieza la etapa de educar. Su entrada es muy completa y profunda. No voy a poder hablar de todos los temas que él aborda, así que a ver si me centro ;) Para educar, hace falta Ser.  Creo que para Educar hace falta Ser. Parece que la frase es de Quino y el otro día vi una imagen muy chula que quería que ilustrase esta entrada, pero me estoy volviendo loca y no la encuentro (edito, que la he encontrado!). Durante el embarazo y la crianza tenemos una etapa perfecta para crecer, por nosotras, porque la vida es un crecimiento constante. Pero están ellos también. Tratamos de no repetir ciertos patro

A la caza del cole

En breve se abre el periodo de preinscripción en colegios públicos y concertados y como acada año, muchos padres y madres se ven en la difícil tesitura de elegir, en función de criterios muy personales, cuál es el colegio donde les gustaría que sus hijos recibieran la educación formal. Es un tema candente cada año, pero éste, en el que por fin me siento a gusto con el colegio donde están mis hijos, me está haciendo reflexionar. En el debate, muchas personas opinan que lo mejor es un centro cercano a casa, que cualquiera es bueno, que el colegio no es determinante de cómo será nuestro hijo, porque lo fundamental será la educación que le demos en casa. Y no seré yo quien esté en contra de esa opinión, todo lo contrario, la búsqueda de un colegio que nos parezca coherente con nuestra forma de ver la educación no lleva asociada una cesión de funciones educativas. Pero como loca buscacoles, he estado revisando mis andanzas estos días. Se remontan al año 2008, cuando mi hija iba a en