Creo que cuando hablamos de los deberes que tienen los niños escolarizados nos ponemos en plan bipolar y sentenciamos con nuestras palabras. Es uno de esos temas en los que cuesta entenderse con los demás. Hay padres que miden la calidad del colegio por la gran cantidad de deberes que les mandan, porque eso les forja, porque la repetición de tareas hace (a su entender) que aprenden más. Otras padres consideran los deberes como un virus a extirpar por completo. En esto de educación, cada cual tiene sus teorías y cada uno tiene sus circunstancias. Cuando hablamos de deberes, muchas personas se oponen a la más mínima tarea que envien para casa; otras, cuando se oponen están pensando en un "exceso" de deberes (y aquí cada uno tiene su propia medida). Según con quién hables, si te manifiestas en contra, eres un irresponsable. Recuerdo especialmente un comentario a una amiga, que se quejaba de las horas que sus hijas tenían que dedicar a los deberes y que reclamaba algo de vida familiar. Alquien le dijo que claro, para tener a los niños pegados a la tele y tal... En fin, que estamos cargados de prejuicios. A mí misma me ha pasó hace unos días algo en el sentido contrario.
No creo que yo sea sospechosas de ser una gran fan de los deberes, más bien al contrario, sobre todo tal y como están planteados. En este blog he hablado varias veces de ellos, y la etiqueta de educación hay bastantes entradas en las que doy mi opinión. Creo que tal y como se plantean a nivel general no aportan nada nuevo, no generan aprendizaje, son un tostón, suponen una intromisión en la vida familiar, son foco de conflictos familiares, matan el gusto por aprender y encima me generan esa pregunta de ¿Qué han estado haciendo durante todo el día para que ahora sea tan necesario dedicar tanto rato a seguir haciendo tareas?. Se añade el hecho de que muchas veces se exige que los padres asuman una función que han delegado en la escuela, que es la de enseñar contenidos. Hay padres que pueden hacerlo, otros que no, lo que ayuda a favorecer desigualdades. Vamos, a priori soy un buen ejemplar del manual de la antideberes (aunwu tampoco sea el caso). Pero al mismo tiempo, envío a mis hijos al colegio cada mañana, asumo un pacto implícito de seguir las reglas del juego (siempre y cuando no supere ciertos límites). Y así lo hago. Estamos metidos en el sistema y tratamos de seguir lo establecido, compensando en la medida que podemos los efectos negativos de los deberes, que hoy por hoy, como no son excesivos en cantidad, son sobre todo los efectos que puedan tener en relación a la disminución del interés por aprender. Sabemos que son algo que hay que hacer, sabiendo también que hay otras formas de aprender lo mismo. Incluso que hay más cosas que aprender además de lo que marca el colegio. Para algunas personas esto es ser un borrego, pero mira, en el momento que entramos en el sistema educativo, comenzamos a aprender a manejarnos en él.¿Eso es aborregarse? Pues vale. Desde fuera se puede opinar, pero la vivencia desde dentro puede hacer variar las perspectivas. El día a día desradicaliza las sentencias que mantengo al principio de este largo párrafo. Y aunque siga considerando mía esa opinión incial, al menos en nuestra opción, convivimos bien con los deberes.
¿Todo esto a qué viene? Pues viene por una imagen que no encuentro ahora en la que desde el colegio se daban recomendaciones sobre cómo generar un clima en casa adecuado para hacer deberes. Básicamente, tele apagada, ordenador apagado, no dejar a los niños aislados, que los padres estuviesen disponibles para sus hijos, pero no encima de ellos, sino haciendo otra actividad... La viñeta estaba en gallego y no llegué a entenderla del todo, pero la imagen era lo que me transmitía. A partir de ahí, una puede quedarse con el tema de estar en contra de los deberes y que eso de que desde el cole, encima, te den instrucciones, es de muy mal gusto, un insulto casi. Pues sí, es una visión muy respetable. Pero como digo, en general, las personas que llevamos a nuestros hijos al colegio, aceptamos que hay deberes, salvo que el tema pase de rosca. Que tener deberes no es sinónimo de estar dos o tres horas haciendo tareas (aunque conozco casos sangrantes en los que es así. Eso debería ser denunciable) Pero es que además, no me sorprende que desde el colegio se pida a los padres algo que para muchas personas puede resultar de chiste: que los padres estén disponibles pero un poco a su bola, haciendo otra actividad. ¿Por qué? Lo de disponible creo que no hace falta explicarlo. Lo de haciendo actividades que no sean estar encima del hombro de su hijo controlando y supervisando de forma persistente los deberes, creo que en un mundo normal tampoco haría falta explicarlo. Pero hoy por hoy, veo que sí, que hay familias a las que hay que recordarles que traten de estar disponibles para sus hijos (y no sólo para el tema deberes, por Dios!) y a otras que hagan el favor de no respirar en el cogote de sus hijos. Y desde ahí, entiendo la viñeta.
A partir de ahí, recibí varias ironías y burlas por intentar reflexionar, desde mi experiencia, más allá del clima de ¡A las barricadas con los deberes! Y yo, que creo que ni todo es blanco ni todo es negro, y que me dan mucha rabia las conversaciones-partido de fútbol (donde o llevas la razón o no la llevas, donde jugamos a ver quién la tiene), considero que puede haber un espacio para reflexionar a partir de las experiencias personales, que pueden ayudar a confirmar o a matizar nuestras ideas, o simplemente a compartir reflexiones que vayan más allá del maniqueísmo.
La imagen lleva a una entrada muy interesante.
Maite, coincido contigo al 100%.
ResponderEliminarEn mi casa aún nos llevamos bien con los deberes.
Y lo triste es que tengan que dar instrucciones a los padres, tanto para que dejen respirar a sus hijos como para que les hagan algo de caso.
Enhorabuena !!
Lo has expresado muy bien.
Gracias !!
Julia
Qué bueno es tener una gran gama de colores, y sobre todo poder decir cuál te gusta, y en muchos casos elegir el que quieres!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo que dices guapa, me ayuda a reflexionar!. Muchas gracias por compartir Maite. Un fuerte abrazo,
Ángeles H.
Como dices el problema está en que en muchas ocasiones se convierten en un calvario para los niños y sus familias, son tareas impuestas donde se repiten contenidos ya vistos que aburren soberanamente a los niños y les roban su tiempo de juego... conozco familias TOTALMENTE condicionadas por las tareas escolares, niños que cada día deben dedicar practicamente todo su tiempo libre a hacerlos, eso como dices es de juzgado de guardia... pero cuando son recordatorios sencillos en los que las familias tienen la oportunidad de implicarse de alguna forma en lo que los niños están trabajando en la escuela me parece que pueden tener mucho de positivo y pueden ayudar a conectar los dos mundos.
ResponderEliminarGracias Julia:
ResponderEliminarMe alegra que se haya entendido, porque parto de un nudo mental grande, jejeje.
Ángeles, gracias!! Es verdad, que a veces el margen para elegir se queda pequeño.
Aurora, la verdad es que en general se plantean como una tortura china, que desmotiva mucho a los niños y a sus familias. No tiene sentido esa dinámica. Pocas veces conectan mundos, verdad? Yo seguiré siendo crítica con este tema, la verdad. Ayer mi nena traía una hoja de Desmotivación a la lectura, por ejemplo.
Un abrazo!
Muy interesante tu entrada. Gracias por añadir un enlace al blog que escribo. Un saludo.
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