Mi inmersión en la lectura fue muy espontánea. De repente, un día, con 4 años, me di cuenta de que mi vecina, 7 años mayor que yo, me leía un cuento que yo podía seguir perfectamente. Vamos, que estaba entendiendo el código que su voz traducía. Siempre he recordado ese momento, incluso la página en la que fui consciente de estar leyendo. Quién sabe si es un recuerdo real, pero recuerdo al fin y al cabo.
Ese cuento era de mi vecina, así que se alejó de mi vida. Hace unos meses, trasteando en la biblioteca del cole de mi hijos, vi en una de las cajas de libros a donar (estamos haciendo limpieza, para dar paso a libros más nuevos), cajas que despiertan en mí un síndrome de Diógenes agudo, reconocí el cuento. Era éste (imágenes del blog Misako mimoko):
Rápidamente lo hojeé hasta reencontrarme con ese recuerdo:
Sopa de pescado, pescado y más pescado...
No puedo describir la sensación de emoción que me invadió de arriba a abajo...
¿Esto a qué viene? Bueno, primero me apetecía compatir ese momento de materializar un recuerdo y hace meses que tenía pendiente abrir una entrada para contarlo. Pero además, veo que mi hijo de cuatro años va por el camino de llegar a esa lectura "espontánea", a base de preguntar y preguntar y preguntar y preguntar (¿Cuál es el record de preguntar en un niño de 4 años? Mi hijo debe de estar cerca). Lo de menos es la edad, pero digamos que cuando ocurre tan pronto, todos nos quedamos asombrados al ver cómo va reconociendo letras, palabras e hilando él sólo... De hecho, cuando ve que por esa impresión los adultos preguntamos de más, se pasa al lado payaso y se divierte a costa de todos.
A medida que crecen, ya hay una parte importante de intervención por parte de la escuela y desde casa en un proceso de investigación y descubrimiento impresionante. En muchos niños este proceso de investigación llegaría más tarde (ahí tenemos a los finlandeses introduciendo la lectura a los 6-7 años porque parece que es a esa edad cuando la mayor parte de los niños "despiertan"), pero viendo lo maravilloso que es, me parece una pena dejar que se lo pierdan, meterles las letras (ya sea en plan letrilandia o cualquier otro método). Tampoco pasa nada, al final todos leen igual, pero ay!, seguirle en ese proceso casi científico es precioso.
Recuerdo que con la mayor, "hacía cosas", como poner cartelitos por casa, tarjetas con los nombres más cercanos... en este caso, ando pasota no, lo siguiente. Me hacía ilusión ese "jugar a ser profe" y me lo pasaba bien preparando esas cositas... Ahora, simplemente contesto a sus preguntas, le observo y disfruto.
Recuerdo que con la mayor, "hacía cosas", como poner cartelitos por casa, tarjetas con los nombres más cercanos... en este caso, ando pasota no, lo siguiente. Me hacía ilusión ese "jugar a ser profe" y me lo pasaba bien preparando esas cositas... Ahora, simplemente contesto a sus preguntas, le observo y disfruto.
PD: Lo malo, en mi caso, fue que cuando llegué a primero de EGB, que era donde se "daban" las letras, me aburrí como una ostra. Yo era muy buena actriz y disimulaba mi hastío, eso sí.
Que bonito reencuentro Maite!! Hasta yo me he emocionado :)
ResponderEliminarY que maravilla asistir al mágico despertar en el interés por las letras... Que gracia " el récord de preguntar en un niño de cuatro años" :) Sigue disfrutando de esos mágicos momentos
Un besazo y que te recuperes pronti
Ay, la lectura! Mi P. identifica las letras, le llama la atención cómo se unen y yo creo que llegará a ese proceso espontáneo. Sólo espero que cuando sepa leer podamos seguir disfrutando juntos de los cuentos (que me deje seguir leyéndolos de vez en cuando con él).
ResponderEliminarUn besazo!
Felicidades por tu blog.
ResponderEliminarhttp://alospeques.blogspot.com.es/
Me encanta este recuerdo. Por cierto, yo te hacía en Madrid y resulta que de pequeña, ¿leías un cuento en catalán?
ResponderEliminarYo me recuerdo a mí misma perfectamente en clase de parvulitos con 4 años mirando la pizarra y respondiéndole a una compañera de la misma edad que me preguntaba: "¿qué pone ahí?" y yo "mi-ma-ma-me-me-mi-ma". Luego, el primer libro que tengo el recuerdo de leer fue a los 6 años, "Los cinco en Billycock Hill" de Enid Blyton y ahí empezó mi fiebre lectora con los escasos libros que había en casa: un misal, la biblia (que me había leído 3 veces entera con 9 años -aún no sé cómo he acabado bien-) y la Gran Enciclopedia Universal. Suerte que a los 10 abrieron una biblioteca al lado de casa...
Hola!!
ResponderEliminarMi blog y yo, yo y mi blog. Qué vergüenza no contestar a los comentarios. Muchas gracias!! siempre me pasa lo mismo.
Nuria, yo soy de Barcelona, pero vivo en Madrid desde hace unos 11 años. Este libro lo recuerdo en castellano, aunque las imágenes las encontré en catalán. Impresionada estoy con lo de la biblia!! Sobre las enciclopedias, hace un par de entradas salimos muchas del armario para confesar haberlas hojeado con devoción, pero creo que lo tuyo fue a más. Menos mal que te abrieron una biblioteca porque una cuarta lectura de la biblia igual hubiese marcado la diferencia.
Saludos a todas!!
Ahhh... es con ese nombre vasco y las referencias a Madrid para nada te hacía catalana... A mí me pasa justo al revés, que con mi nombre catalán y las referencia a Soria, para nada me toman por vasca (que lo soy) ;)
ResponderEliminarY sí, yo creo que una cuarta lectura de la Biblia hubiera marcado un antes y un después... (lo de mi afición a leer en misa en mi pueblo, lo dejo para otro día) ;)